martes, 27 de enero de 2009

LA LLEGADA DEL CAPITALISMO ( 2ª PARTE)

De 1808 a 1814 los habitantes de las Españas se vieron envueltos en la "GUERRA DE INDEPENDENCIA" contra la invasión francesa llevada a cabo por Napoleón I Emperador de los Franceses. Napoleón había luchado contra las potencias monárquicas representadas por PRUSIA, AUSTRIA, RUSIA, INGLATERRA. Vencidas practicamente las tres primeras, Napoleón quiso aislar a Inglaterra y para ello obligó a todos sus dominios y aliados a no comerciar con Inglaterra. Sin embargo Portugal seguía comerciando pese a la amenaza hecha por la Francia Napoleónica. Así pues Napoleón se propuso invadir Portugal y para ello negoció el Tratado de Fontaineableau con el primer ministro de Carlos IV, Manuel Godoy, por el cual los ejércitos franceses podrían pasar a través de las Españas y conquistar Portugal, e impedir que los portugueses siguieran comerciando con Inglaterra.

La llegada francesa, supuso una auténtica invasión, y los habitantes de las Españas organizaron juntas locales y territoriales para alzarse contra los invasores franceses, quienes habían procedido a imponer a José Bonaparte, hermano de Napoleón, como Rey de España.

Vencidos los franceses y expulsado Napoleón, retornó la familia de los Borbones que habían ocupado el Trono de San Fernando antes de la llegada de los franceses. Fernando VII y su hermano Carlos María Isidro habían estado cautivos en suelo francés. Ambos hijos de Carlos IV, el antiguo Rey.
A quien llamaban el Rey Fernando "el Deseado" pronto se convertiría en odiado, especialmente por aquellos españoles que se habían reunido en Cádiz en 1812 adoptando para España una constitución uniforme y homogenea para todos los españoles. Aquellos españoles se llamarían LIBERALES, históricamente eran los representantes de las ciudades, profesionales liberales, burgueses y comerciantes, quienes asumieron bien las ideas jacobinas de la revolución francesa: "LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD".
Por otro lado estarían los llamados ABSOLUTISTAS partidarios de la soberanía real en lugar de la soberanía nacional, propugnada por los liberales. Estos absolutistas pretendían que el Rey ocupase el Trono de la misma forma que lo habían hecho sus antepasados, respetando las costumbres del país, y muchos de ellos eran aristócratas y miembros de la Iglesia Católica, aunque no todos.

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